TEMAS PARA EL DEBATE: UNA MIRADA AL MUNDO DEL TRABAJO
Por Néstor Ovalles *
Se haya planteado un debate mundial en torno al curso que ha de tomar esa dimensión vital para la civilización humana que es el trabajo, se discute ampliamente, tanto en el ámbito público como el privado en torno a su futuro, perspectivas y las transformaciones que experimenta como proceso social. Dicho debate convoca a diversos actores, en diferentes espacios a formular preguntas, emitir opiniones, proponer opciones y plantear propuestas.
Ciertamente este es un tema
complejo que nos desafía, nos reta e impone un mayor grado de politización,
elaboración teórica e ideológica. El referido tema nos impulsa a hacernos de un
pensamiento libre, crítico, independiente y hasta desobediente cognitivamente
hablando, pensamiento que logre abordar temas cruciales para el futuro
civilizatorio de la humanidad. Hoy somos testigos, en muchos casos pasivos, de
la erosión o merma que experimentan las formas tradicionales de trabajo,
asistimos a la erosión de la llamada relación de trabajo típica, por tanto resulta
necesario analizar la función cambiante del trabajo para los individuos y para las
sociedades en el siglo XXI. Es
necesario apuntar que el desarrollo capitalista en la presente coyuntura,
denota las graves tensiones presentes en el sistema de relaciones entre lo
humano y lo natural, la nación y el imperio, el capital y el trabajo, la mujer
y el hombre, el norte y el sur.
Los elementos constitutivos de la
relación de trabajo típica, sus atributos tradicionales de jornada laboral
completa, salario con capacidad adquisitiva, plena garantía de derechos
laborales y amplía protección social se encuentran en crisis formal y de fondo,
siendo severamente impactados en su esencia por la dinámica global de
financiarización neoliberal. En
dicho contexto predominan las formas de empleo vulnerables, flexibles,
caracterizadas por; la pauperización remunerativa, la informalidad de la
dependencia y la limitada cobertura en la seguridad social. Es así como
la actual situación en el mundo del trabajo se nos muestra verdaderamente
complicada, esto supone una intensa labor de análisis, exploración y examen de
las tendencias que marcan en lo fundamental dicha realidad para poder estar en condiciones
de elaborar políticas con mayor eficacia social, políticas que aborden los
factores y vectores de transformación en lo; climático, demográfico, político y
tecnológico en esta nueva era de revolución cibernética. De tal modo que nos hallamos frente a una noción de trabajo cuyo futuro se
encuentra altamente comprometido por los avances que en el campo científico se
desarrollan a velocidad de vértigo.
Sin duda; la automatización e
innovación tecnológica constituyen procesos que no podemos detener o
desacelerar, dados sus significativos progresos pero debemos gestionarlos de
manera colectiva, lo cual incluye la participación de los pueblos, gobiernos,
Estados y empleadores. En dicho marco la tecnología y la ciencia son un
producto histórico-social susceptible de producir efectos positivos sobre el
trabajo, si se actúa con gradualidad en la adopción de las llamadas Tecnologías
de Información y Comunicación (TIC) y se negocian condiciones laborales con
aseguramiento de derechos, bajo un marco normativo orientado por una nueva
ética que impida los desafueros de la automatización, robotización o innovación.
Los
trabajadores y las trabajadoras en las cadenas mundiales de suministro o
cadenas de valor, mejor conocidas como las corporaciones transnacionales, son las
mismas que sirven a las plataformas del conocimiento, al universo digital, a la
inteligencia artificial y a las telecomunicaciones, con base en un trabajo que
sin duda es humano, aunque invisibilizado, deslocalizado, precarizado. Son pues
las manos y mentes detrás de las tecnologías de la información y comunicación. Talento
humano al cual se le somete con frecuencia a contratos comerciales o
mercantiles, mecanismo en la mayoría de los casos fraudulentos, que les expulsa
del ámbito normativo laboral, sobreviviendo así, precariamente los muchos, bajo
sus formas de trabajo fisuradas, discontinuas y fragmentadas.
El antes indicado es el telón de fondo en el que insurge el Teletrabajo, entendido este como la forma de emprender labores mediadas por el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, que en la opinión de sectores principalmente empresariales, lucha denodadamente contra la llamada cultura del presentismo post fordista y por la instauración de la normalización virtual en las entidades laborales. Teletrabajo que presenta al menos tres generaciones según literatura reciente en la materia, la primera generación la “Oficina del Hogar” básicamente contando con internet y computadoras en la casa, la segunda generación la “Oficina Móvil” con base al uso de teléfonos celulares, laptops y tabletas que se habilitan para trabajar desde cualquier espacio conectado al internet o a una red de datos y la tercera generación la “Oficina Virtual” concepto superior que irrumpe con la adopción o el uso indispensable de los teléfonos inteligentes, así como la posibilidad de almacenamiento en la nube.
En
la actual coyuntura las formas de trabajo remoto se globalizan paso a paso,
presionando por una creciente alfabetización digital y sumando una nueva
contradicción social, generada esta vez por la amplia brecha entre trabajadores
y trabajadoras cualificados técnicamente y los no cualificados, acompañada por un
odioso correlato de diferencias salariales, de ingresos y beneficios.
Adicionalmente a lo antes indicado, hay quienes reflexionan y alertan en cuanto
a los déficits de confianza que puede provocar el sensible descenso en las
interacciones no planificadas y su seguro impacto en la innovación y en el
fructífero trabajo organizado por equipos, el cual fomenta espíritu de
colaboración, construye visiones compartidas y pone en común los problemas para
indagar soluciones en colectivo.
En
este punto, estimamos meritorio destacar que para una Revolución como
Responsabilidad
esta que se ve incrementada de manera urgente en la actual coyuntura por
razones de fuerza mayor o situaciones sobrevenidas, como el repentino brote de
la enfermedad producida con ocasión al Coronavirus, (Covid19) declarada como
tal por
En
tales circunstancias
De
tal forma que se hace oportuno reiterar el concepto de seguridad social que expusimos
el año pasado en el I Congreso, el cual se funda en
El núcleo central del sistema jurídico-político venezolano desde la
perspectiva constitucional indicada, es el respeto a la dignidad humana,
fundamentada en el ideario bolivariano y en los valores de igualdad, libertad,
justicia y paz. Por ello de lo que se trata es pasar de derechos formales a
derechos justiciables, que activen poderosamente la participación y el
protagonismo de la sociedad venezolana, del pueblo todo, como efectivamente lo
hacen
Desde nuestra concepción bolivariana y chavista, la lucha contra la
injusticia social está dirigida a sepultar al capitalismo, no a legitimarlo,
pues en nuestra, humilde opinión, la caridad no emancipa y el asistencialismo
tampoco. Los derechos sociales, plenamente establecidos en nuestra Carta Magna,
constituyen derechos de igualdad, los cuales funcionan como un potente mandato
de optimización para el ejercicio de los
Derechos Humanos, que en esencia son derechos emergentes para la; organización,
activación, participación y protagonismo popular. He allí la clave de la
disciplina de un pueblo como el venezolano frente al Coronavirus, he allí el
secreto de la virtuosa dialéctica, entre pandemia y producción formulada por el
Presidente Maduro, he allí la razón por la cual el enemigo imperial y
oligárquico no prevalecerá, no lograra rendirnos y nosotros Venceremos.
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