Por: Ramón Centeno @elboligrafo
Sir Iván Duque, su despacho:
Créeme que lo pensé mucho. Le consulté al maestro Rodríguez y también a
Manuelita. Ambos coincidieron en la imperiosa necesidad de hacerte llegar
algunas líneas que permitan hacerte entender que Colombia es una Nación de
hombres y mujeres que nacieron para la libertad, lo justo y lo grande, y no
para asesinarlos. No para masacrarlos.
Y aunque mi amigo Sucre me recomendó iniciar esta misiva con un:
“¿Quiubo, parce?”, preferí mantener la distancia entre usted y yo; en primer
lugar porque usted no es amigo ni siquiera del pueblo colombiano, por
consiguiente, eres enemigo. En segundo lugar porque cuando examino el pasado
encuentro que arrastras contigo un cúmulo de miserias. Ñeñe sabe más de eso.
Señor Duque, no quiero que la emoción ni la pasión me hagan distraer del
punto central de esta carta que escribo desde Caracas, justo donde queda tan
poco espacio para el silencio y mucho para desahogarme.
Por eso, cada vez que miro hacia atrás y me tropiezo con tus antecesores
—entre ellos Uribe y Santos— siento una gran tristeza. Y el alma se me quiebra
cuando me detengo en el presente y veo a mi bella Colombia arder en llamas por
tus desatinos y ambiciones. De allí que, y ahora que las heridas de un país que
llora no te pesan, es conveniente precisar algunos elementos. Presta atención.
Quizás sea un azar calculado el que te escriba cuando te encuentras
sumergido en una crisis política que enluta a unos cuantos hogares colombianos
y cuando, además, es eminente tu salida de la Casa de Nariño. Pero usted
tranquilo.
Fíjate, por ejemplo, en Venezuela, los malestares del pensamiento vienen
dados por las genocidas decisiones imperialistas de bloquear a un país e
intentar doblegarlos ante la bota estadounidense. Pero, en Colombia sufren por
–entre otros males— echar a andar una reforma tributaria para distribuir mejor
las riquezas entre ustedes y subsumir al pueblo en la miseria.
Colombia padece además por las mafias, el paramilitarismo, el
derrumbamiento de los servicios públicos y el vertiginoso fracaso de un gobierno
mediocre que alucina en las noches e intenta gobernar por las mañanas.
Así pues, y ahora que el sol empieza a retirarse y las lágrimas de las
familias de los adolescentes asesinados en las calles brotan como la droga en
los bolsillos del Narcogobierno que regentas, te invito a rectificar y a
dialogar no con las élites de siempre, por el contrario, y si tienes valor,
hazlo con la Colombia bolivariana, la rebelde y la insurgente.
Su Majestad, le recuerdo que dentro de 15 meses terminará su gobierno.
Ese mismo día cumplirás 46 años y, a pesar de ser el Presidente más joven que
ha gobernado nunca Colombia, te irás por la puerta trasera de la historia como
un asesino de adolescentes. Es vergonzoso.
Y con todo lo referido en párrafos anteriores no quiero comprometer a
nadie sino a mi persona y con ello, ratificar el compromiso de la Gran
Colombia: la unidad del pueblo siempre vencerá cualquier desmán del
poder.
Pero ya usted no ve, porque la desmemoria prohíbe toda mirada y ahora
estás acorralado en tu propio laberinto. El pueblo te juzgará.
Y finalmente, no descansaré hasta romper las cadenas del dominio de un
Narcoestado confabulado con el gobierno de Estados Unidos. Lo juro.
Atentamente:
Simón
PD: Manuela sigue despierta.
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