Por Anahí Arizmendi
En menos de 48 horas Colombia registró 1443 casos de violencia, 814 detenciones arbitrarias, 31 personas desaparecidas, 19 muertos, 21 víctimas de agresión directa a los ojos y 10 mujeres agredidas sexualmente, producto de actuaciones de la Policía Nacional y el Ejército Colombiano, desde el inicio de las protestas contra a reforma tributaria el 28 de Abril. Un parte de guerra que crece con las horas y que se suma a larga lista de violaciones a los derechos humanos del gobierno de Iván Duque.
Ante la apuesta gubernamental al fracaso del
Acuerdo de Paz, Colombia continúa en el camino del genocidio sistemático al
liderazgo social y la criminalización de la protesta, que se mantiene viva en las calles, alimentada
por el malestar social, el mal manejo de la pandemia, la violencia y la amenaza
de aprobación de leyes que privatizaran servicios y afectaran directamente a
los sectores más excluidos.
Más allá de la reforma tributaria
La movilización nacional obligó al Presidente Duque
a retirar su propuesta de reforma tributaria “para buscar mayores consensos” y
provocó la renuncia de su Ministro de Hacienda. Pero deja pendiente el debate de una polémica
reforma a la ley de salud, que privatizará el sistema público colombiano. La
población se mantiene en la calle, denunciando ésta y otras posibles
legislaciones, así como denunciando las violaciones de derechos humanos contra
la población civil.
La jornada nacional sumó diversos sectores sociales
y jóvenes como expresión de un malestar profundo, vinculado con la situación de pobreza que hoy vive la mitad de la
población colombiana. La respuesta militar a una protesta
civil es una fórmula de vieja data en Colombia solo en 2020 se contabilizaron
91 masacres. La nación se ubica entre los países más peligrosos del mundo.
Instituciones y Organizaciones No Gubernamentales colombianas alertan que 904 líderes sociales y 276 excombatientes de
las FARC han sido asesinados desde el 01 de diciembre de 2016. La mitad realizaban tareas que ayudaban a
materializar la implementación del Acuerdo de Paz.
A pesar del silencio de los grandes medios de
comunicación, imágenes y videos invadieron las redes sociales con las
etiquetas #SOSCOLOMBIA y #SOS COLOMBIADHHH. La presión social obligo a que finalmente el 4 de
mayo la Alta Comisionada de la ONU por los Derechos Humanos
expresará “su consternación” ante las innumerables denuncias de los y las
defensores de derechos humanos.
Reconoció que la mayoría de las movilizaciones son pacíficas “Las armas de
fuego solo pueden utilizarse como último recurso ante amenaza inminente”.
El mismo día la
Misión de Paz de la OEA para Colombia emitió un comunicado y el
Secretario General de la organización Luis Almagro “condenó la violencia
y exceso de la fuerza policial” y
“los actos de vandalismo de grupos violentos”. La declaración recibió
duras críticas por parte del Foro Latinoamericano de Derechos Humanos, que
califica la situación como “una de las urgencias y crisis de derechos humanos
más graves de los últimos tiempos en nuestro continente”.
Desde hace ya un buen tiempo, las
actuaciones del Secretario General de la OEA distan mucho de estar enmarcadas
en las funciones asignadas a su cargo y las normas y principios a las que
está sujeto. En estos días de paro nacional y movilización social en Colombia,
iniciado el día miércoles 28 de Abril, y con una creciente y criminal represión
de parte del Estado y el gobierno colombiano la Secretaria General de la OEA
mantuvo un total silencio. Desde su principal red social, sí difundió entre
otras publicaciones, condolencias por muertos en accidente en Ciudad de México
y en Israel, una actividad con quien llama “presidente
encargado de Venezuela”, Juan Guaidó, o un saludo a la nueva encargada de la
USAID del gobierno de Estados Unidos.
Por su parte el
Departamento de Estado de Estados Unidos solicitó al gobierno colombiano
“moderar su respuesta ante el paro” y rechazar el uso excesivo de la
fuerza en las manifestaciones.
Colombia es uno de los principales aliados de los intereses norteamericanos en
la región y el único país en América Latina considerado como socio global
de la OTAN.
En pleno conflicto, el senador y ex Presidente Álvaro Uribe publicó un
tuit en el que pedía apoyo para que policías y soldados pudieran “utilizar sus
armas para defender su integridad y
para defender a las personas y bienes de la acción criminal del terrorismo
vandálico”. En tanto el Presidente Duque ajustó a su medida la figura legal de
la “asistencia militar”, en “golpes regionales” en los que la autoridad paso en
los hechos de manos del Alcalde o Gobernador la fuerza pública.
A las profundas desigualdades sociales y años de
guerra se suma el crítico manejo de la pandemia del Covid 19. En el inicio del paro nacional, Colombia
registraba 2,8 millones de casos positivos y más de 72 mil personas
fallecidas. Denuncias sobre irregularidades
en el manejo de la pandemia ocuparon pancartas y comunicados en las
movilizaciones de Noviembre del 2020, convocadas por centrales obreras,
maestros y otras organizaciones. Como en otros países, la movilización
popular se vio contenida por la pandemia, solo que en Colombia un tema de salud
pública se convirtió en un problema de orden público, criminalizando las protestas
o reclamos por la crisis sanitaria.
Este
martes 4 de mayo, varios congresistas solicitaron una moción de censura contra
el Ministro de Defensa Diego Molano por los abusos de la fuerza pública durante
el paro nacional. Igual que su antecesor Guillermo Botero, ambos
justificaron la muerte de niños en bombardeos a poblaciones civiles bajo
el concepto que los infantes son “máquinas de guerra”
La falta de políticas integrales de atención y el
cierre de servicios de protección en medio de la pandemia trajo consigo el
incremento de la violencia, el reclutamiento forzado, feminicidios y la utilización de niños y niñas por parte
de grupos armados, muchos de los cuales son víctimas de abusos y violencia
sexual al ser arrancados de sus comunidades y hogares, según informes de
organizaciones como Save The Children.y movimientos por la infancia.
Defensores de derechos humanos denuncian la
desaparición de jóvenes en allanamientos nocturnos, disparos a los ojos,
mutilaciones, violencia sexual, disparos desde helicópteros y el uso de armas
letales por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios
(ESMAD). En el debate en el congreso sobre la existencia de este “cuerpo elite”
se evidenció, que a pesar de las innumerables acusaciones, ninguno de sus
integrantes ha sido condenado por lesiones personales o violaciones de derechos
humanos. El espinoso camino hacia la paz en
Colombia se sigue llenando de cruces. En
su twitter el senador Iván Cepeda se pregunta Cuántos muertos nos costó tumbar
la reforma tributaria? Las madres de Santiago y Marcelo, dos de los
jóvenes fallecidos por impactos de bala durante el paro nacional de estos
días sentencian; “Si no hay castigo, van a seguir matando sin miedo”.
Fuente: Hinterlaces
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