Pasqualina Curcio Curcio.
07 de junio 2021.
No es casual que recientemente escuchemos a gobernantes y a voceros de Naciones Unidas referirse incansablemente al Estado de Bienestar y a la necesidad de un nuevo “contrato social”. Enmarcan este discurso en el mundo post-pandemia y en lo que han denominado “una nueva normalidad”. No es que esté de moda el asunto del “Estado de Bienestar” y por eso lo repiten, no, están siguiendo una línea, una decisión, que proviene, nada más y nada menos, que de los no más de 1.000 grandes multimillonarios y líderes mundiales que anualmente se reúnen en el Foro Económico de Davos.
El reciente informe de la CEPAL
titulado “Panorama Social de América Latina 2020” está dedicado al Estado de
Bienestar justificando su “necesaria” creación en la Región en el marco de un
nuevo contrato social que exige el mundo post-pandemia. Esta iniciativa se
debatió en enero de este año en Suiza, la cual ya Kkaus Schwab, fundador y
presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial de Davos había recogido en su
libro “Covid-19: El gran reseteo” publicado en octubre 2020.
Aunque difícil de creer, dice Schwab:
“…la era postpandemia marcará el comienzo de un período de ´redistribución
masiva´ de la riqueza…es probable que el Covid-19 sea la sentencia de muerte
del neoliberalismo. La ´masiva redistribución´ y el abandono de las políticas
neoliberales ejercerán un impacto definitivo en la organización de nuestras
sociedades, que van desde cómo las desigualdades pueden estimular el malestar
social hasta el papel cada vez mayor de los gobiernos y la redefinición de los
contratos sociales… las soluciones políticas existen y, en general, consisten
en adaptar el Estado de Bienestar al mundo actual.”
La propuesta del “reseteo mundial”
nada tiene que ver con la pandemia. Ya en enero 2019 los titulares eran: “Davos
demanda un nuevo contrato social para que el estado de bienestar sobreviva”. En
2016 el tema de reunión en Suiza fue: “el cambio, la nueva normalidad”. En 2018
dos artículos fueron publicados en la Revista Finanzas y Desarrollo del FMI:
“Rediseñar el Estado de Bienestar” y “Un nuevo contrato social”. Llevan tiempo
fraguando este plan y la pandemia les cayó como anillo al dedo.
Malestar
social
Se lee en el libro de Schwab: “Uno de
los peligros más profundos que enfrenta la era posterior a la pandemia es la
agitación… cuando las personas no tienen trabajo, ingresos, ni perspectivas de
una vida mejor, a menudo recurren a la violencia. Si los gobiernos tienen que
recurrir al uso de fuerzas paramilitares o militares para sofocar, por ejemplo,
disturbios o ataques a la propiedad, las sociedades podrían comenzar a
desintegrarse…los últimos dos años, más de 100 protestas antigubernamentales
importantes han tenido lugar en todo el mundo”.
Temen que la cada vez mayor
desigualdad derive en una pérdida de confianza en la institucionalidad
política, no solo manifestándose en rebeliones sociales, sino en la migración
de los votos hacia partidos políticos de izquierda, tal como muestra Thomas
Piketty en su reciente libro: “Escisiones políticas y desigualdades sociales”.
Final
del dominio del capital
La existencia y dominación de la
burguesía depende de su posibilidad de seguir acumulando y concentrado capital,
lo cual solo es posible con la presencia del trabajo asalariado. Las grandes
desigualdades generadas a partir de la instauración del neoliberalismo en los
80´ y el hecho de que el 1% de la población mundial se apropie del 84% de lo
que se produce, repercute en las, cada vez, peores condiciones de vida de la
clase obrera, disminuyendo la posibilidad de consumo por parte de las grandes
mayorías afectando los niveles de crecimiento económico y por tanto de
acumulación de capital, además del descontento social ya mencionado. Es esto lo
que verdaderamente preocupa a la burguesía.
El
Estado de Bienestar en la historia
Estos temores no son nuevos, de
hecho, el Estado de Bienestar surgió en Alemania durante el siglo XIX en
tiempos de Otto Von Bismarck ante el peligro que constituía el surgimiento de
la militancia de la clase obrera con ideas revolucionarias promovidas por Karl
Marx. Se originó con la protección de los trabajadores bajo la forma de seguro
social para apaciguarlos y contener el socialismo. En los 30´, luego de la Gran
Depresión, Roosevelt estableció el New Deal (Nuevo trato o con-trato) en EEUU,
cuyos objetivos eran la protección social al trabajador y calmar/callar a la
clase obrera.
Afirma Schwab: “Durante la Guerra
Fría, los gobiernos de los países capitalistas estaban tan preocupados por una
rebelión comunista que pusieron en marcha un modelo dirigido por el Estado para
prevenirla”. Fue luego de la disolución de la URSS a finales de los 80´ que el
temor al eventual avance y consolidación del socialismo desapareció y con este
el Estado de Bienestar abriendo paso al neoliberalismo que se instauró a sus
anchas a nivel mundial.
A inicios del siglo XXI, comenzó a
cundir nuevamente el pánico. Un fantasma recorría Nuestra América. En
Venezuela, la Revolución Bolivariana se declaró antiimperialista y socialista,
un mal ejemplo para la Región, a la que se le fueron sumando seguidores en un
contexto mundial caracterizado por la escalada de la pobreza y la miseria.
Hoy, los multimillonarios asustados
están dispuestos a ceder, por la vía de impuestos, algo de sus ganancias (una
pizca del 84% que se apropian de la producción mundial) para que los Estados
intervengan en la economía con un objetivo específico: garantizar la
subsistencia (salud, educación, vivienda) a los trabajadores de manera que
puedan seguir produciendo y reproduciéndose, puedan consumir, pero sobre todo para
mantenerlos calmados y distraídos y no estén pensando en revoluciones e ideando
cambios en el modo de producción explotador capitalista.
Venezuela:
¿Estado de Bienestar o Socialismo?
Afortunadamente, el pueblo venezolano
está muy claro y sabe que, una cosa es el Estado de Bienestar que como
estrategia histórica, en el marco del capitalismo, ha pretendido aplacar y
contener con dádivas las revoluciones y otra muy distinta es el Socialismo.
El que el Estado intervenga en la
economía es un debate más que superado por los venezolanos, el cual se concretó
en la Constitución de 1999 y en los últimos años de experiencia revolucionaria.
Desde hace 22 años se reconoció constitucionalmente la universalidad y
gratuidad en nuestro país de la seguridad social en su concepto amplio (salud,
pensiones, vivienda, desempleo, educación, alimentación, recreación, entre
otros).
Para el pueblo venezolano, el
proyecto es de mayor envergadura, va mucho más allá que simples reformas que
buscan maquillar la intervención de un Estado que dice ofrecer bienestar en un
ambiente de explotación. El proyecto es bolivariano y se resume en una frase:
“Independencia y Patria Socialista”. Allá los de Davos y los de la Cepal
tratando de confundir para salvar y resetear al capitalismo con falso rostro de
bienestar.
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