viernes, 7 de agosto de 2020

EDITORIAL

 


El Genocidio en Hiroshima y Nagasaki

75 años se cumplen del atroz asesinato de cientos de miles vidas en Japón con un solo y terrible artefacto bélico: en Hiroshima el 6 y en Nagasaki el 9 de agosto,  y aún el mundo no condena a los verdugos y asesinos.

Las bombas atómicas lanzadas sobe el suelo japonés dejaron más de 200.000 muertos en el acto y otros miles perecieron por la heridas y los efectos de la radiación.

Y no solo nos referimos a los asesinados por la onda expansiva de tan violenta explosión, también hay que referirse al ataque a la salud de un país, a la contaminación del ambiente, a la destrucción de la naturaleza. Fue un crimen múltiple, despiadado y sin ninguna consideración por los habitantes de esas ciudades.

La excusa que mostraron los asesinos, que buscaban acabar con la guerra, carece de fundamento. Para el momento del crimen atómico perpetrado por los gringos ya Alemania e Italia estaban rendidas y Japón, el otro miembro de la alianza estaba derrotado y sin posibilidad de continuar la guerra.

Lo que los asesinos quisieron mostrar en esos momentos fue su superioridad militar, su disposición a cometer los crímenes que quisieran y la de chantajear a los países del mundo con su capacidad destructiva e imponer sus bases militares por todo el planeta.

Ha sido tan grande el chantaje y la manipulación que aún hoy no se condena un crimen de guerra cometido en ciudades pobladas de personas.

Ha llegado la hora de condenar tan monstruoso crimen.

 

Por Leonardo Caraballo Bolívar

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