Por Orlando Castillo*
Hoy sábado 27 de febrero se cumplen 32 años de un acontecimiento histórico, extraordinario, protagonizado por el pueblo venezolano y que abrió las compuertas a las luchas en el mundo contra la dictadura neoliberal del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La mecha que se prendió muy temprano en la ciudad de Guarenas en el Estado Miranda, en protesta por el alza del pasaje, rápidamente se desarrolló en Caracas en una verdadera rebelión popular contra la especulación, el acaparamiento y el alza de las tarifas de los servicios públicos que expresaban la política contra el pueblo de las élites de empresarios y plutócratas que se conoció como “el Paquetazo” del entonces presidente adeco Carlos Andrés Pérez.
Este evento fue
bautizado como “El Caracazo” o “Sacudón”, que tuvo como respuesta la más
sangrienta y brutal represión del gobierno adeco-copeyano que a sangre y fuego
enfrentó este alzamiento del pueblo. Los muertos y desaparecidos se contaron
por miles y fueron enterrados en fosas comunes sin que sus familiares y deudos
pudieran saberlo. Fue una salvaje represión conjunta de la policía, la Guardia
Nacional y el ejército que actuaron como un siniestro aparato de guerra para
aplastar la rabia e indignación hasta ese día contenidas.
El mundo entero
vió con asombro cómo era masacrada esta desarmada e indefensa población que
salió a la calle y que no tuvo ni dirigentes ni organizaciones políticas y
sociales que asumieran su autoría o dirección. Como movimiento espontáneo
sorprendió a propios y extraños, mientras que el aparato estatal de burócratas
blancos y verdes desconcertados, angustiados y
miedosos, al ver en peligro sus intereses, respondieron con el más puro
lenguaje cuartorepublicano: “disparen primero y averigüen después”, solo que en
esta oportunidad se disparó a mansalva y nunca tan represivo gobierno se
encargó de averiguar nada ni de castigar a los responsables de esta masacre
colectiva y auténtico crimen de lesa humanidad.
Pero como algunas veces pasa con
estos movimientos telúricos que se dan en las profundas entrañas de la
conciencia colectiva, todo lo acontecido no era sino el presagio de un pueblo
en búsqueda de respuestas, de salidas, a su inaguantable situación. Y
efectivamente, tres años después, se da el 4 de Febrero ahora por la vía
militar con el Comandante Chávez. Y siete años más tarde ese mismo Chávez, esta
vez como civil, ganó abrumadoramente las elecciones y con la esperanza y
alegría del pueblo venezolano llegó a Miraflores. Así, aquella espontánea pero
heroica rebelión popular de 1989 fue reconocida, valorada y reivindicada en su
justiciero sentido liberador. Fue precisamente el pueblo venezolano encarnado
en sus miles de mártires, en sus millones de héroes y heroínas anónimos que con
su gesto y sacrificio libertario le gritaron al mundo que el neoliberalismo no
era el verdadero sueño de libertad, no era el milagroso mercado que todo lo
resolvía; más bien era la férrea desigualdad, era la muerte disfrazada de vida.
Gracias a ese
inicial heroísmo comenzó la lucha de los pueblos del mundo por conocerlo,
reconocerlo e identificarlo como culpable de los males y desgracias de la
humanidad trabajadora. Nuevamente nuestra Patria Venezuela hizo valer y
respetar su sentido histórico de libertad, justicia e igualdad que siempre han
estado presentes a los largo de los tiempos, y cuyas vivencias recuerdan y
repiten los nombres de Guaicaipuro, Bolívar, Zamora y Chávez que nos acompañan
permanentemente y están dispuestos a salir nuevamente en batalla cuando sea
necesario y haga falta.
¡HONOR Y GLORIA A
LOS MÁRTIRES, HÉROES Y HEROÍNAS DEL 27 Y 28 DE FEBRERO DE 1989!
*Constituyente por el Sector Trabajadores. Miembro del Consejo Consultivo
de la CBST.
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